Los ideales no se pierden con los años

Ayer estuve en Sol, allí y en muchas otras plazas de España se está escribiendo lo que mañana será nuestra Historia y no quería dejar la oportunidad de vivirlo en propias carnes.

Mi hermana Esther se pasó todo el fin de semana pasado recriminándome mi vaguería y mi aburguesamiento tras no conseguir convencerme de pasar parte del fin de semana en Sol. Tras la tabarra que me había dado mi Esthercita y tras leer lo que había escrito mi amigo Rafael Robles Acampada en Sol: mucho más que porros y cerveza, ayer ya no había excusa para no acercarnos. Así que, después de la cita médica que tenía a las 16:30 aterrizamos en Sol sobre las 19:00 horas.

Como no podía ser de otra forma, mi hermana Esther venía conmigo. La verdad es que tengo que darle la razón, ha sido emocionante estar allí, ha merecido la pena ir. Ella escribe una nota en su facebook que expresa  maravillosamente bien lo que sentimos nada más llegar:

Hoy he estado en Sol y … me ha entusiasmado la experiencia. Es verdad que la primera impresión me ha decepcionado algo (mucho perroflauta, poca reflexión seria y mucha contradicción), pero las apariencias engañan y no es bueno dejarse llevar por los prejuicios. De verdad, otro mundo es posible, hoy lo he visto claro. Me inquieta, no obstante, que no se encuentre la manera de canalizar la inquietud evidente que está en la calle. Por fin se habla de algo más que de fútbol.

Era emocionante leer el contenido de los mensajes que la ciudadanía había ido escribiendo y depositando en esa plaza rebautizada como «Plaza de las SOLuciones». Era emocionante sentir la rebelión ciudadana ante un orden socio-económico inhumano e injusto y ecológicamente inviable.

No obstante, a mí lo que más me conmovió no fue la protesta de esa juventud indignada, NO. Lo que a mí me conmovió fue el tesón y la esperanza de esos hombres y mujeres que tras muchos años a sus espaldas siguen manteniendo intactos sus ideales. Esos hombres y mujeres a los que la vida no les ha vencido y muchos años después reclaman con libertad y dignidad la justicia y la reparación para las víctimas del franquismo que nuestra «Inacabada Transición» todavía hoy les sigue negando. De estos hombres viejos tenemos mucho que aprender los jóvenes.

Para estos hombres viejos y ejemplares que llevan un año manifestándose todos los jueves en Sol, para los jóvenes indignados y dispuestos a cambiar el mundo y para mi madre que poco a poco se va atreviendo a hablar libremente y sin miedos de sus ideales, va hoy esta Defensa de la Alegría, con la esperanza de que el futuro sea mejor. Y todo, a la memoria de mi abuelo Holofernes a quien le hubiera gustado poderse expresar en libertad como yo ayer lo hice en Sol.

Abrazos, Montse