Sobre mí

Hace poco escribía que un día de éstos tenía que completar esta página. Pues bien, ese día ha llegado o al menos el primero de ellos (11 de enero de 2009).

Para empezar decir que nací (o me nacieron, como diría Ortega) un 31 de octubre de 1968 (acabo de estrenar los 40, ¡qué raro suenan!). Soy la tercera de 5 hermanos (un chico y cuatro chicas), es decir, la del medio empieces por donde empieces. Eso me hizo tener que buscar mi sitio desde el principio porque no era ni de los grandes ni de las pequeñas. Y así, viví a caballo entre ser grande y pequeña según las circunstancias, lo que agudizó mi rebeldía natural. Como todo, el hecho de ser la del medio tuvo  sus pros y sus contras, pero no fue para tanto, aquí estoy de hecho.

Soy profesora de Filosofía en el instituto de mi pueblo, un pueblo de Ciudad Real de unos 14.000 habitantes. Estudié Filosofía por casualidad y ahora estoy segura de que ésa era mi carrera… seguiré con esto otro día…

Incompleto….

Una de las cosas que me caracteriza es la transparencia. Cada una de mis palabras, cada uno de mis gestos, cada cosa que hago o digo me delata. Ésa es una de mis principales virtudes o de mis principales defectos (depende de quién juzgue, para mí una virtud). Y es que a mí me gusta lo claro, lo sencillo, lo transparente, lo evidente. Hay quienes confunden eso con la monotonía y el aburrimiento. Piensan que algo para ser interesante y valioso tiene que ser rebuscado y oscuro. Pero creo que se equivocan, porque una cosa es que algo sea sencillo y claro, y otra que no pueda por ello ser sorprendente. De hecho, a mi juicio, lo simple y sorprendente tienen mucho que ver con la belleza.

Algo importante en mí es que me gusta abrir mi alma, aún a riesgo de hacerme vulnerable.  Y, por supuesto, disfruto intentando escudriñar el alma de los demás. Estoy convencida de que la vida es riesgo, de que para conseguir algo hay que quererlo y sobre todo no tener miedo a conseguirlo, atreverse a soñar, vivir a pecho descubierto y saber que no hay vida auténtica sin dolor. Hay quienes prefieren quedarse con sucedáneos, a cambio de no sufrir. Yo, por mi parte, quiero sacarle el jugo a las emociones que la vida me brinda y que yo me propicio, aunque ello implique más de un batacazo.

Otra característica que yo destacaría de mí misma es que intento vivir de acuerdo con lo que pienso, pero claro no soy perfecta. ¡Ya me gustaría a mí! No obstante, me siento moderadamente satisfecha con mi forma de pensar y de actuar, aunque todo es mejorable, afortunadamente. Pero como no es bueno para la estabilidad emocional de una misma insistir en sus propios defectos (que los hay, por supuesto), voy a hablaros de mi parte positiva, para lo demás ya están los/as otros/as. De hecho, vivimos en un mundo en el que no cuesta ningún trabajo decir a alguien qué hace mal, qué fallos tiene, dónde están sus puntos débiles; y, por el contrario, cuesta demasiado -creo yo- decirle lo bien que hace algo, lo mucho que lo admiramos, las emociones que nos despierta, lo a gusto que nos sentimos con él/ella…

He de reconocer que me hace enormemente feliz que me tengan en cuenta y se ocupen de mí.  Por eso, otra de mis características es que necesito que mis interlocutores me hagan saber cómo se sienten, qué piensan, qué les gustaría. Creo que la vida es una aventura que no tiene sentido en solitario. Para mí la vida tiene sentido porque tengo personas con quienes compartirla. Ellas dan sentido a mi vida y la hacen ser lo que es. La soledad, no se inventó para mí.

Si algo valoro es la capacidad de pensar por uno/a mismo/a y si algo detesto es que alguien haga o diga algo que realmente no siente. Para mí, las cosas sólo tienen valor cuando salen de dentro; de ahí que  me guste la gente espontánea y me toque mucho las narices la falsedad que subyace a la expresión «políticamente correcto».  A esto hay que añadir que soy impaciente y que me gusta la gente con sangre en las venas.  Sin embargo, esperar demasiado de la vida, de las gentes, de las cosas… trae consigo más de una desilusión.  En resumen, no tengo término medio…

Aunque en casa no escucho habitualmente música, hay muchas canciones de las que me sirvo para expresar cosas que pienso y siento. Entre las canciones críticas e idealistas que ponen de manifiesto una parte importante de mí hay una canción que me fascina titulada «Rompe tu silencio» de Girasoules. También me gusta mucho una de Sabina titulada «El blues de lo que pasa en mi escalera» porque escuchar la letra de esa canción y detenerme en ella me ayuda a sobrellevar la injusticia con la que a veces la vida trata a ciertas personas, personas valiosas que no están donde deben estar y viceversa. Añado dos canciones de Danza Invisible, una con el título «El orden del mundo», en la que se pone de manifiesto que el mundo gira y gira pero no acaba de girar como debería girar; y otra cuyo título es «Un lujo a tu alcance» que nos hace ver que en este mundo materialista parece que todo se puede comprar. Sin embargo, esa vida es una vida falsa y loca que acaba por aburrirnos, al menos a mí. Por eso, acabo -por el momento- con una canción de Girasoules que se llama «Estoy aburrido» y que expresa exactamente cómo me siento en algunos momentos de mi vida, «estoy aburrida, no tengo nada que hacer, todo me suena a lo mismo, por favor sorprendeme».

Incompleto…